martes, 9 de abril de 2013

Muchos padres ignoran que sus hijos usan Internet y tienen perfiles sociales

'¿WhatsApp? ¿Tuenti? ¿Eso qué son, platos japoneses?' La brecha digital que separa a padres e hijos". Así titula el artículo Elena Mengual en el diario español El Mundo, para describir lo atrasados que se están quedando los padres con relación a sus hijos, en el uso de nuevas tecnologías:

"He visto su foto en Tuenti", "lo he leído en Twitter", "voy a colgar el vídeo en Vimeo", "luego te wasapeo", "¿no tienes Line?"... Si todo o casi todo esto le suena a chino cuando lo oye en boca de su hijo adolescente, es usted 'víctima' de la brecha digital generacional. Una brecha que separa a los que han nacido en un mundo dominado por las nuevas tecnologías del resto. Especialmente a padres de hijos.

"Los chavales son nativos digitales, manejan la tecnología desde la cuna. El resto somos 'inmigrantes', explica Gonzalo Santamaría, de la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE) y responsable del estudio 'Adolescentes y Social Media: 4 generaciones del nuevo milenio'. Dentro de los 'inmigrantes', diferencia dos tipos: los casi nativos o naturalizados, padres de menos de 30 años (con excepciones, claro), sobre todo en materia de videojuegos (de hecho, el 'target' de la PlayStation son mayores de 30); y los que viven absolutamente ajenos a Internet: "no saben qué son las redes sociales, ignoran que en Facebook puedes contactar con gente que no conoces, no saben a qué juegan sus hijos ni con quién ni son conscientes de lo que supone que los adolescentes estén solos".



Esa brecha separa también a alumnos y docentes. "Los hay que se involucran y se reciclan, aunque es algo que depende de su voluntad, ya que el sistema no lo favorece", explica Mar Monsoriu, experta en Marketing e Internet y fundadora de la consultora Latencia. Otros, por el contrario, se cierran en banda. Un problema serio, dado que los profesores "deberían ser modelos en el uso de las redes sociales, a quienes sus alumnos puedan consultar", afirma Reynaldo Rivera, de CECE.

Es más, "muchos colegios no saben que tienen la obligación de intervenir en los conflictos que se producen entre sus alumnos, aunque estos sucedan fuera de las instalaciones escolares. En el caso del ciberacoso se trata de una obligatoriedad muy clara, ya que además estas situaciones suelen estar relacionadas con otros hechos que se producen también dentro del recinto", recuerda Guillermo Cánovas, presidente de Protégeles.

"Los padres que dicen que su hijo no está en Facebook porque no le dejan el ordenador, se han caído de un guindo"
La expansión de los teléfonos inteligentes ha ampliado aún más esa brecha. "A partir de los 9-10 años los chavales tienen smartphones con capacidad muchas veces superior al móvil de sus padres", explica Gustavo Entrala, CEO de la agencia de comunicación 101 (responsable del desembarco de Benedicto XVI en Twitter). De hecho, el uso de Tuenti y Facebook es mucho mayor desde móviles que desde el ordenador. "O sea que los padres que dicen que su hijo no está en Facebook porque no le dejan el ordenador, se han caído de un guindo", afirma Monsoriu.

"Si un niño de 9 años puede, tú también"

Pero, ¿qué hacer ante esto? Para Monsoriu, no valen excusas: los padres tienen que "ponerse las pilas". "Como he dicho a más de un cliente, si un niño de nueve años puede, tú, que eres director general, también". "Los padres tienen que 'meterse' en esto: crear un perfil en una red, usar WhatsApp, jugar, descargar aplicaciones, leer el contrato de esas aplicaciones...", afirma Cánovas. En muchas ocasiones, al instalarlas, damos permiso a aplicaciones para acceder a la localización del teléfono, a los contactos, enviar notificaciones... "Es bueno que los padres lo sepan y sean una referencia para sus hijos".

"No conozco ningún caso de un menor que no se haya tropezado con algo inapropiado"
La proliferación de los teléfonos inteligentes ha hecho que algunos de los clásicos consejos, como colocar el ordenador en el salón o contratar un filtro de contenidos, hayan quedado obsoletos. Así, por ejemplo, muchos niños acceden a contenidos pornográficos accidentalmente, al descargarse películas. "A mí me han preguntado más de una vez: '¿Cómo puedo hacer para que si descargo Harry Potter sea Harry Potter y no porno?' No conozco ningún caso de un menor que no se haya tropezado con algo", explica Monsoriu.

"Muchos padres ignoran que hasta el juego más tonto puede tener asociado un chat a través del que cualquiera puede contactar con tu hijo. Igual que en la calle pueden decirle una animalada a tu hija, lo pueden hacer a través de un chat. No es un problema del canal de comunicación". Por eso Montoriu recomienda acompañar a los niños en el uso de Internet y explicarles lo que puede suceder. "Y si te comentan algo, no debes escandalizarte. Si un niño de siete años te enseña porno, no le culpes. Seguro que lo ha encontrado aleatoriamente; un niño de esa edad no va buscando sexo".

Por contra, sí siguen vigentes otras recomendaciones clásicas como no dar datos personales o usar contraseñas seguras, saber con quién se relaciona tu hijo en Internet -conocer tanto a sus amigos reales como virtuales-, y orientarle sobre qué páginas son más fiables -igual que le explicas qué calles no son recomendables por la noche- y qué videojuegos más apropiados. En este último caso, los expertos recomiendan que los padres jueguen con sus hijos.

La irrupción de los dispositivos móviles

Para Monsoriu, es más importante el interés que tienen los padres por participar en la educación digital de sus hijos que sus conocimientos al respecto. "Un padre puede saber mucho de informática e Internet, pero no le cabe en la cabeza que su hija de 15 años se haga fotos en camisón tocándose con una amiga y lo publique en una red social".

"Hasta el juego más tonto puede tener asociado un chat a través del que cualquiera puede contactar con tu hijo"
Monsoriu, autora de 'Internet en la familia, guía de buenas prácticas' y 'Técnicas de hacker para padres', lleva más de dos décadas asesorando a empresas y familias en estos temas. Hasta ahora los padres podían controlar más o menos el tiempo de acceso a los dispositivos. Si no sabían poner filtros, valían métodos más procaces. "Conozco a madres que se han llevado el router al trabajo en el bolso o padres que escondían el teclado en el armario. Lo que pasa es que los niños saben que con comprar un cable de red y un teclado de cuatro euros pueden usar el ordenador".

Mar Monsoriu.
El problema llega con la movilidad. Según un estudio de la Asociación Valenciana de Consumidores y Usuarios (Avacu), el 70% de los niños de 11 años dispone de smartphone o tableta. "Son los propios padres los que se los compran, en la mayoría de los casos convencidos de que, como no tienen tarifa de datos, sus hijos sólo pueden acceder a Internet en casa", explica Monsoriu. "Pero los niños son muy listos, y el primer programa que se instalan es para 'crackear' wifis", y así acceder a Internet a través de las conexiones de los vecinos". Algo que, alerta la consultora, es peligroso desde el punto de vista de la privacidad y confidencialidad de datos: "Estás dando acceso a tus datos al desarrollador del programa. Puede saber qué páginas visitas, qué redes sociales, qué aplicaciones te descargas, acceder a tus contactos... Le estás contando tu vida". Y mientras, los padres pensando que no se conectan a Internet.

Monsoriu recuerda cómo, hace unos años, la blackberry era uno de los regalos estrella de la Navidad. Los chavales la pedían por el servicio de mensajería gratuita: permitía enviar mensajes sin coste entre blackberries siempre que estuvieran conectadas a Internet. "Ahora, la mayoría ha migrado a Android, y el primer programa que han descubierto es WhatsApp".

QUÉ PUEDEN HACER LOS PADRES

1. Antes de poner en manos de sus hijos una tableta o móvil, Monsoriu recomienda que los padres aprendan a usarlo un poco. Si no saben, que busquen a alguien que pueda ayudarles (familiar, contratado...). "Muchos padres no saben matemáticas y si el niño va mal en el colegio, le llevan a una academia o contratan a un profesor particular. Si es tan normal contratarlo para eso, ¿por qué no contratar a alguien por horas para que que enseñe cosas básicas de la tableta y el móvil?".

2. Proteger móviles y tabletas con contraseñas y tener la localización activada. "El robo no es un peligro en sí mismo -salvo que sea con violencia-, pero da acceso a contenidos privados", explica Monsoriu. De hecho, estos hurtos se producen muchas veces por parte de compañeros, que buscan acceder a esos datos o suplantar la identidad más que el dispositivo en sí.

3. Control de horarios. Nada de móviles en la cama y, si hay deberes, se confisca hasta que estén hechos. "Está bien apostar por el autocontrol, pero a los 12 o 14 años las chicas sólo piensan en charlar con sus amigas sobre chicos"

4. Imágenes. Es inevitable que los chicos se hagan fotos y las cuelguen, de ahí la importancia de hacerles ver qué fotos son "razonables" y cuáles no.

5. Redes sociales. Monsoriu recomienda a los padres estar en las redes sociales de forma abierta, para que hijos les tengan como modelos. Es decir, ser un referente para los niños: mimetizarán las conductas de sus padres en las redes sociales, igual que en la vida real. "Si una madre accede con naturalidad, pone una foto razonable y comparte noticias, sus hijos verán que es normal y no le darán más importancia. Pero si la madre pone una foto en bikini, no es de extrañar que la hija haga lo mismo". Lo mismo que si un padre publica en su muro tacos o insultos al equipo rival de fútbol. "Los padres han de dar buen ejemplo tanto desde el punto de vista de las imágenes como sobre qué escribe y cómo".

La relación padres-hijos en estas redes es diferente según la edad. "Si desde muy pequeño tiene perfil (por ejemplo, con nueve años), puedes ser su amigo". Hay padres que negocian incluso compartir contraseñas (yo la tuya de Tuenti, tú la mía de Facebook). Sin embargo, a partir de los 12-13 años, lo normal es que tu hijo no quiera tenerte como contacto. En ese caso, Monsoriu recomienda convencerle de que agregue a un adulto del entorno (un hermano mayor, un profesor...).

La asignatura pendiente

"A estas alturas no se puede consentir que haya profesores hostiles a la tecnología"
El tema de las nuevas tecnologías es, nunca mejor dicho, la asignatura pendiente. Arturo Canalda, ex defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, aboga por la inclusión de una asignatura sobre protocolos de control en Internet. Reynaldo Rivera, de CECE, cree que los docentes deberían ser modelos para sus alumnos en el uso de las Redes Sociales. Sin embargo, la falta de medios en muchos casos lo impide. Así, destaca que "sólo el 35% de los adolescentes tiene acceso a Internet en el colegio". Por no hablar de otros problemas, como malas conexiones, problemas con los navegadores, con las actualizaciones...

Para Monsoriu, sin embargo, "el problema no es tanto de medios como curricular. España dispone de un número ordenadores por niño similar a la Europa rica". La diferencia no la marcan los dispositivos, sino los docentes. "Los profesores no están motivados por la falta de reconocimiento por parte de las autoridades docentes y por los propios padres. Si aprenden es por propia voluntad". Sin embargo, cree que "no se puede consentir que haya profesores hostiles a la tecnología a estas alturas". Cerrarse a la tecnología es cerrarse a herramientas que mejoran las posibilidades de enseñar, "es ser mal docente".

Pero, sin duda, a quienes más cuesta llegar es a los padres. Por eso, explica Guillermo Cánovas, algunas empresas empiezan a ofrecer formación en esta materia en los lugares de trabajo. Cursos subvencionados, que hasta ahora se canalizaban a través de las Ampas de los centros escolares, con poco éxito.

No obstante, para Mar Monsoriu la clave es la voluntad. "Cuando hay necesidad, la gente aprende tecnología". Y pone como ejemplo el altísimo porcentaje de madres que aprenden a usar Skype cuando sus hijos se van de Erasmus. "A las madres españolas les interesa saber si sus hijos comen bien, y ¿qué mejor manera de comprobarlo que viéndolo por Skype?"

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